CAPÍTULO 3: Apostando Al Amor

DEDICADO A LA PRIMERA EN FIRMAR: CHARI...

unas preguntas para ti:

que son bolis?? y como es eso que escribes mi novela? jaajajaja (me asusto O_O?)

VIVU: a la orden!!! Isa me dijo de tu interes y como varias querían se me ocurrió hacerlo :D

los caps publicaré varios, de tres a 5 diarios o mas depende de las firmas y las que lean =)

Andy: esta suspendida, yo te aviso cuando vuelva, pronto les traeré una sorpresa =D

Rala: siiii había un prologo pero olvidalo, no se donde está jajajajaja ese si no lo tengo en el cap.

GRACIAS A LA ANONIMA jajajaja

Capítulo III: "golpes"

<<hacer lo correcto>> esa era la frase que menos encajaba en este momento, hacer lo correcto.

Habría pasado al menos dos horas en su despacho meditando si había hecho lo correcto con Mariana Esposito, si no se habría dejado llevar por sus impulsos como siempre solía hacer, pero luego recordó el ridículo que estuvo haciendo durante todo este tiempo y una oleada iracunda invadió su ser empujándolo nuevamente a su deseo de hacer justicia.

Abrió la puerta de la habitación y en seguida ella se alertó sobre los pasos que escuchaba, había intentado soltarse pero los esfuerzos fueron inútiles cada vez estaba mas ansiosas a la vez que ideas crueles pasaban por su mente, formando cuadros de imágenes perturbadoras. Leer era lo único que había hecho toda su vida, y las historias de terror nunca le gustaron y ésta se parecía mucho a una de esas.

-ya estas mas calmada?- preguntó él encendiendo la luz, pero evidentemente ella no podía responder, la mordaza no se lo permitía.

Soltó sus pies y ella solo se acurrucó a su propio cuerpo, antes de descubrir su cabeza, disfrazo su corazón de ira y rencor para no caer ante las suplicas de los ojos mas hermosos que había visto en su vida y de ese deseo cada vez más fuerte de protegerla entre sus brazos.

Quitó la capucha de su cabeza, y en ese momento Mariana confirmó que su secuestrador era el mismo hombre que había conocido hace mas de un mes, ese hombre del que se había.... no, no... estaba enloqueciendo.

-si prometes no gritar, te quito esto- dijo él lo más frívola y calmadamente posible, refiriéndose al pañuelo que cubría la boca de ella. Mariana sólo lo miraba sin entender que era exactamente lo que estaba sucediendo, brotaron algunas lágrimas de sus ojos que no pudo controlar y él quitó la mordaza - no vas a decir nada?- cuestionó frustrado, ese plan de victima lo estaba exasperando.

-que significa esto?- fue lo único que Mariana pudo preguntar entre la confusión mental que sentía en ese momento.

-que significa que?-

-por qué me trajiste aquí? Dónde estamos?- intentaba levantarse pero la incomodidad de las sogas que ataban sus manos al mástil no se lo permitía.

-en mi casa... que es el lugar que nos corresponde - Dijo con rencor, un sentimiento que ella no entendía, porque si no la quería allí entonces porque la saco de la seguridad de su hogar. -toma- le ofreció una bandeja con comida que ella rechazó- debes comer algo.-el soltó sus manos del mástil, más sin embargo, quedaron atadas entre ellas.

-por favor, no me hagas daño.-

-solo te estoy dando alimento-

-no tengo hambre.-

-si no te lo quieres comer es tu problema!- sentenció enojado y amagó con irse pero antes ella se animó a decir.

-no me haz dicho porque me trajiste aquí...- >acaso intentaba dar lástima con ese tono tan sumiso de hablarle?< pensó él.

-es tu casa-

-mi casa es el lugar de donde me sacaste! que quieres a cambio? dinero?-

Quiso sonar enojada, segura o amenazante; pero el miedo le jugaba en contra: el temblor de su voz la delataba. Juan Pedro Lanzani, o Peter como se hizo llamar durante esa semana, en este momento era un hombre completamente distinto al que había conocido. Ahora se mostraba poderoso, inflexible, cruel, despiadado.

Al notar que Mariana no se defendía con vehemencia, Peter rió con una ironía que hizo que un miedo muy particular recorriese todo su cuerpo.

-de que te ríes!? yo no estoy jugando!-

-y tu crees que yo sí!-

-por que haces esto?- a ella le resultaba más fácil quebrarse que luchar, era lo que la habían acostumbrado a hacer durante toda su vida.

-sólo hago justicia!-

-justicia? llamas justicia sacarme de mi casa y traerme acá!? sabes lo que va a pasar en cuanto mi padre se de cuenta que yo no este?-

-nada-

-nada?-

-no! nada!- refutó perdiendo sus casillas y recordando las palabras de ese hombre "-Por favor, no me menciones cuando te pida explicaciones-" - y ya deja de fingir, hasta cuando este papel de niña buena e inocente!-

-De que hablas!?!?!-

- de que estoy cansado de tu papel de " soy inocente de todo", "no se nada de la vida", "mira que lindo es el cielo", "siempre hay que hacer lo correcto"; cuando en realidad estas clavando una puñalada trapera!-

-Por Dios Peter de que estas hablando!- estaba confundida, no entendía lo que él decía, y mientras mas hablaba, más confirmaba lo loco que estaba.

-de que mientras yo te estaba ofreciendo las posibles maravillas del mundo, tu planeabas como exprimirme hasta mi último centavo con tu amante.-

-cuál amante!?-

-hay ya Mariana! ya fueron suficientes mentiras por hoy! si quieres seguir con tu teatro te dejaré sola para que práctiques así mañana me haces una nueva escena, a ver si te creo- ironizó pero en cuanto se dio vuelta ella lo golpeó fuerte con la bandeja que llevó Peter con la comida.

La sorpresa fue inmesa, jamás pensó que ella se rebelara de ese modo, así como hace un mes no se imaginó que ideara una estafa contra él con su amante, por lo que tan pronto se recuperó de la contusion, vió como ella pasó a su lado intentando escaparse por la puerta.

La haló con fuerza de la camisa tirandola al suelo en un sólo movimiento y un golpe en seco se escucho tan pronto su cuerpo toco el rigido piso. El impacto de la bandeja lo había mareado, tanto que no medía su fuerza; su intención no era hacerle daño, pero tampoco iba a dejarla ir tan facilmente. Ella quiso incorporarse, pero él la tomó de sus manos atadas aún, y con mucho esfuerzo la ató de nuevo al mástil de la cama donde estaba en un principió. Mariana se rehusaba, pero la furia de Peter ayudó para domarla con rapidez, dejandola en menos de un minuto luchando nuevamente con la pesada cama para lograr su libertad.

Ella gritaba con desesperación y vigor que la soltara, pero él la amordazó nuevamente y salió de la habitación sin decir nada. Conforme pasaban los segundos, el dolor de cabeza se hacía notar cada vez más, pero ya pasaría. Esta chica rebelde era más parecida a la nueva figura de Lali que tenía en su mente, confirmando todo lo que pensó de ella, así que debía andar con más cuidado

CONTINUARÁ